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Esquina de las Descalzas. Dos embozados, que entran en escena por opuesto lado, tropiezan uno con otro. Es de noche. Embozado primero. ¡Bruto ! Embozado segundo. El bruto será él. ¿No ve usted el camino ? ¿Y usted no tiene ojos ? ... Por poco me tira al suelo. Yo voy por mi camino. Y yo por el mío. Vaya enhoramala. (Siguiendo hacia la derecha.) ¡Qué tío ! Si te cojo, chiquillo... (Deteniéndose amenazador.) te ensenaré a hablar con las personas mayores.
(Observa atento al embozado segundo.) Pero yo conozco esa cara. ¡Con cien mil de a caballo ! ... ¿No eres tú... ? Pues a usted le conozco yo. Esa cara, si no es la del Demonio, es la de D. José Ido del Sagrario. ¡Felipe de mis entretelas ! (Dejando caer el embozo y abriendo los brazos.) ¿Quién te había de conocer tan entapujado ? Eres el mismísimo Aristóteles. ¡Dame otro abrazo... otro !